miércoles, 6 de marzo de 2024

Las chicas están bien de Ilaria Bernardini

No todo se logra en la vida con voluntad, esfuerzo y sacrificio, aptitud y actitud. Hay que contar con los factores externos que pueden alterarlo todo. Se puede llegar al grado máximo de idoneidad para un ascenso laboral y ver la meritocracia apartada de un plumazo nepotista. Se puede estar al máximo nivel para una prueba deportiva y sin embargo no alcanzar la gloria

En todos los lugares donde haya que competir para ganar siempre habrá rivales y siempre adversidades circunstanciales o inducidas, pero, en general, y eso es lo peor, imprevisibles.

Las chicas están bien es un thriller psicológico desgarrador que ahonda en el entorno de las gimnastas de élite y del dolor que lleva parejo.

Pero no solo en el dolor visible, ese que se traduce por lesiones musculares, de ligamentos, fracturas de huesos, cuando no muerte por una mala caída o condena a silla de ruedas para toda la vida.

Sino también en el invisible. El de las privaciones de comida, el de las represiones de goce mundano; el de sufrir en silencio humillaciones y maltrato de quienes las entrenan; el de padecer tocamientos lascivos de fisioterapeutas que se aprovechan de su posición de poder y de la ingenuidad y el miedo de las pupilas.

Pero hay aún otro tipo de dolor. La tensión mental que provoca la obligación de ganar y cualquier otro resultado no vale. El que se instala día a día, quebrantando la fuerza mental, hasta convencer de que el fin justifica los medios.  

Ilaria Bernardini, conocedora de lo que escribe, revela esas condiciones en el marco de una competición. A modo de dietario, con Martina como vehículo, relata esos estados de ánimo y esos esfuerzos durante la semana que dura el torneo.

Desde temprano por la mañana hasta la noche. Las relaciones con el entorno y los diálogos interiores, todo al descubierto, expuesto a los focos gritando que dentro de maillots de lentejuelas brillantes, además de proyectos de medalla hay niñas en tránsito a ser mujeres.

Su prosa es directa y concisa. Todo músculo, apenas nada de grasa. No hay edulcorantes en lo que relata porque la realidad es amarga.

Y denuncia lo mal que se trata a quienes eligen el deporte como medio para alcanzar un sueño, por creer, quienes las entrenan, dirigen y deberían cuidar que la dureza endurece.

La gimnasia, como cualquier otra disciplina deportiva de élite, está compuesta de personas y no de robots. De seres humanos necesitados de cariño, estímulos positivos y risas sin fin. Así se liberan las presiones, cualquier otro método puede también conseguir liberarlas, pero sin control.

Y ahí radica el quid de esta novela, sin el control adecuado, sin la visión periférica cualquier cosa puede suceder. Incluso el asesinato.

sábado, 2 de marzo de 2024

Crimen en la Posada “Arca de Noé” de Molly Thynne

La meteorología aliada al instinto delictivo determina una interesante trama criminal en espacio cerrado.

Un dispar grupo de viajeros coincide en la Posada Arca de Noé por culpa de una fuerte nevada que les imposibilita transitar por las carreteras y continuar sus respectivos viajes.

Entre los compañeros accidentales se encuentran personas de distinto origen, oficio e intenciones y cuando el crimen se presenta éste topa con la figura del Dr. Constantine que resulta ser un brillante detective aficionado.

La nieve cerca la Posada y su entorno e impide que nadie abandone el lugar por lo que hay que actuar con presteza y descubrir quien pueda ser culpable antes de que la bonanza le permita escaparse.

La desconocida, para el público de lengua castellana, Molly Thynne, demuestra sus aptitudes para desarrollar, partiendo de un tópico argumento, un relato que tiene en la personalidad de cada uno de los huéspedes de la posada su punto fuerte. Las relaciones entre ellos y sus desavenencias, surgidas de su clasismo y de la tensión ambiental por el encierro, dibujan magníficamente el escenario ideal para que el crimen sea una crónica anunciada. 

Una trama interesante, jocosa e intrigante, fiel exponente del género de novela enigma que constituyó la Golden Age británica, esa edad dorada capitaneada por Agatha Christie y que tuvo gran cantidad de escritores afines y gran seguimiento lector.

Una nueva oportunidad, brindada por la Editorial dÉpoca y magníficamente prologada, una vez más, por Juan Mari Barasorda, para descubrir esas obras eclipsadas por las escritas por las grandes damas y que resultan de enorme calidad.

El prólogo contextualiza la novela y la autora y aporta gran y notable cantidad de información social y del nivel literario de la época.

Recójanse una de estas tardes invernales, mejor si nieva o como mínimo que llueva, y disfruten con esta lectura que une a la claustrofobia del encierro el atractivo reto de ponerse en la mente del Dr. Constantine y jugar a resolver el caso antes de llegar al fin.

 

 

miércoles, 21 de febrero de 2024

La última partida de Jorge I. Aguadero Casado

A quienes los dioses eligen para acceder al Olimpo de la fama deportiva no les ha alcanzado ninguna bendición. El camino para ascender es tan largo, tortuoso, difícil y si te descuidas, mortal, que hay que empezarlo a tierna edad.

Eso significa que los años de su vida ya no son suyos; que todo aquello que se supone que se corresponde a cada franja de edad no lo van a vivir. Que se enfrentaran a una madurez sin haber exprimido ni la pubertad ni la juventud. Que, aunque sean ganadores, en el fondo siempre serán perdedores.

Tanta represión, tanta instrucción, tanto castigo pasa factura y así a quienes los dioses bendicen, maldicen haberlo sido.

La última partida es un thriller que se desarrolla sobre un tablero de ajedrez; es un thriller social trascendido por la situación geopolítica de la época en que transcurre. Es suspense y tensión que se acrecienta a medida que se suceden unos asesinatos y se acerca la gran final del campeonato del mundo de ajedrez.

Aunque no se crean que los asesinatos sean el nudo gordiano, sino todo lo contrario daños colaterales a la liberación del monstruo que todos llevamos dentro. En este sentido no se llamen a engaño: no es novela negra, ni policiaca, ni detectivesca.

Vamos a conocer, casi mejor que ellos mismos, a Fiódor Vasíliev, a Elene Isakadze y a Borislav Miroshnychenko. Vamos a acompañarlos desde su nacimiento, vamos a participar de sus inquietudes, a vivir sus miedos, a compartir sus anhelos. Anhelos que no ilusiones ya que los viven como objetivos a cumplir prácticamente desprovistos de emoción.

Los tres, jugadores de ajedrez. Mentes brillantes capaces de recordar jugadas y estrategias; de analizar situaciones y posiciones de sus trebejos y de anticipar jugadas futuras para saber cómo burlarlas o contrarrestarlas.

Los tres con la vista puesta en el horizonte de convertirse en campeones del mundo. Pero este privilegio está reservado solo a una persona. En ajedrez, quien juega es el rey y o gana o pierde y si pierde muere.

El autor, Jorge I. Aguadero Casado, escribe sobre ajedrez sabiendo de lo que escribe y describe a la perfección como se viven las emociones cuando deben guardarse en el interior, ya que, ante todo, antes incluso que uno mismo, está el juego que a medida que avanzan los torneos y las eliminatorias ya se ha convertido en lucha sin cuartel.

lunes, 12 de febrero de 2024

Cena de amigas de Daniel de la Peña

La chiclit, o sea la literatura para chicas y con chicas, como todo en la vida, tiene diferentes calidades y distintos enfoques, pero un denominador común: las protagonistas suelen entender como una gran catástrofe la rotura de una uña, su mayor preocupación está en decidir que zapatos calzar y su ambición está en cazar al hombre ideal.

La importancia de las relaciones amorosas, generalmente desastrosas, y que duren más de un par de citas, como leit motiv de toda una vida.

Cena de amigas es el relato de una cena, de la comida, de las conversaciones, de lo que se dice y lo que se omite; una cena promovida para la celebración de un cumpleaños que ofrece un cadáver como regalo.

La superficialidad en los diálogos beneficia una obra divertida por insustancial y alocada por banal, pero al estar aliñada con secretos y emociones viscerales ofrece una perspectiva de psicología de salón que atrapa por su candidez.

Podrían creer, si han llegado hasta aquí, que lo anterior es una crítica mordaz y despiadada de esta novela y no merece su interés. Nada más lejos de la realidad, no es una apreciación, es una constatación de un relato que es así porque así ha querido ser y que sus personajes son como son y no de otro modo, porqué haberlos haylos.

Valentina celebra su cumpleaños invitando a sus amigas a cenar a un restaurante y ha colado a Jimena Olivares, psicóloga, para que averigüe, mediante un engañoso y habilidoso juego de preguntas y respuestas quien entre todas ha traicionado la confianza de la homenajeada.

El encuentro transcurre entre risas sinceras y fingidas ji-ji ja-ja, que tendrán un fin abrupto cuando una de las asistentes resulta asesinada.

Será entonces cuando el argumento se de la vuelta sobre si mismo y el miedo a ser víctima desate comportamientos primarios y de rienda suelta a los recursos del suspense y la intriga para ir complicando cada vez más lo que queda de velada.

Daniel de la Peña convierte una Cena de amigas en una invitación al asesinato, y ofrece una historia entretenida y bien entretejida que dura de principio a fin, como actualmente se puede ver en tantas series de televisión protagonizadas exclusivamente por mujeres.

Un rato de lectura libre de preocupaciones, bastantes tienen las protagonistas, y sin desgastar neurona alguna.

Si gustan de las relaciones personales y sus complejas muestras de amistad y romanticismo y aman la novela enigma, esa en donde el (los) asesinato (s) son un puro juego de lógica, van a disfrutar sin ninguna duda.

 

lunes, 5 de febrero de 2024

A un lado de la carretera de Paul Pen

Dice la frase publicitaria de este libro que “A veces, el autor del crimen es solo una víctima más” y nunca una frase resumió tan bien una novela i a su vez el género criminal.

A un lado de la carretera reboza la novela criminal en horror y la sirve cruda y fría. Allá cada cual con masticarla y tragarla. O sea, ni más ni menos que lo que ha pretendido desde la primera página.

Ha conseguido que el lector deje de serlo para incorporarlo a una trama claustrofóbica, de calor ardiente, de sentimientos a flor de piel, de deudas pendientes. Un western urbano donde todos son protagonistas y nadie lo es.

Porque el protagonismo se lo lleva el odio y lo interpreta la venganza. Un Óscar a la interpretación.

Paul Pen es un escritor de género criminal que escribe, en esta ocasión, sobre un escritor de género criminal que escribe una novela true crime.

Hotel Restaurante Plácido, que ha visto tiempos mejores, languidece entre el polvo a un lado de la carretera. En una de sus habitaciones, ampliada por anexión de las contiguas, la sangre, que ya ha salido de los cuerpos, pugna por salir por la puerta que ha quedado abierta.

Alguien ha tirado de cuchillo para asesinar con toda la sangre fría que se puede tener cuando la temperatura exterior la hace hervir.

La investigación está centrada en localizar a Perla, una de las dos chicas que vivía allí con sus padres y que ha desaparecido. La otra, Coral, se desangra confundida entre el deseo de vivir y de dejarse llevar por ese reclamo al desvanecimiento del que no se despierta jamás.

La investigación está estancada y el escritor, Lucas Falena, que se ha instalado en una de las habitaciones para que su relato true crime, tenga todo y más de verídico, avanza más rápido que la policía.

Y esto no gusta a según quien, por lo que ni su estancia ni sus preguntas tienen buena acogida y en cambio sí malas consecuencias.

A un lado de la carretera es una novela negra donde el horror se apodera de cualquier otro sentimiento. Donde saber la verdad es más importante que respirar; tanto que si empiezas la lectura realiza varias inspiraciones profundas porque no sabes cuando podrás volver a hacerlo ya que el sufrimiento que transmite va a atenazar tu garganta con intención ominosa.

Si quieren sufrir, léanla. Y luego no digan que no lo advertí.