sábado, 2 de octubre de 2010

Sabroso entretenimiento

Si a las personas se las gana llenándoles el estomago, no de plomo, no de estricnina, empezaré este blog con la sana intención de ganarme a mis seguidores con un post de gastronomía. Que ustedes lo coman bien.

Releer novelas de género interrobang tiene su gracia pero debe hacerse con la complicidad implícita de que no se descubrirán los sentimientos del lector (hay quien podría sentirse ridículo pensando lo que gozó con lo que hoy le parecen pueriles argumentos). El paso del tiempo puede ser más o, generalmente, menos benévolo de lo que se desearía, dependerá de la indulgencia con que se afronte, y las revisitaciones pueden no alcanzar las sensaciones de la primera vez. Las películas y los cómics tienden a soportar mejor estos tragos, tal vez tengan una bula de dispensa que no ha alcanzado aún a las novelas.

Pero si algo trasciende con evidente lozanía son los libros de gastronomía y sus recetas de cocina; una olorosa comida que combine sabiamente la calidad de la materia prima con una cuidada elaboración, en donde los distintos platos del menú casen bien entre ellos y mariden adecuadamente con su correspondiente vino, puede ver pasar el tiempo de los tiempos instalado confortablemente en lo alto de la torre de babel de los sentidos como quien ve revolotear golondrinas contra el cielo gris preludio de tormenta: nunca cansa, siempre reconforta.

Hace algunos años que Montse Clavé en su "Manual Práctico de cocina Negra y Criminal" nos ofrecía sus recetas negrocriminales después de bucear en la personalidad y habitat de los buenos y de sus autores y su degustación sigue perfectamente vigente igual que la relectura o, porque no, descubrimiento, de los autores y personajes a los que homenajea. El coq au vin, elaborado y acompañado con un buen vin, sin sangre añadida y con el animal ya limpio y despedazado, es y será un plato de sencilla elaboración pero capaz de resucitar a un muerto solo con los aromas que desprende.
Mientras esperamos una segunda parte, ¿para cuando, Montse?, podemos entretenernos cocinando los platos preferidos de Manuel Pepe Carvalho Vázquez Montalbán y luego cenarlos con opcional quema de libros, caso de tener la mesa dispuesta junto a un fuego purificador y de disponer de ejemplares para martirizar. Nadie mejor que el propio Manolo para explicar las razones y entresijos de su libro, cuando dice aquello que "Carvalho carece de una teoría de la cocina que no sea la mía y le importa un bledo el sistema literario en el que se haya inmerso". Y en su magnanima humanidad reconoce deslices gastronómicos en sus novelas y tiene a bien corregirlos para que degustemos con placer.


Y si queremos más y necesitamos seguir experimentando nuevas recetas todavía podemos refugiarnos dando otra vuelta de tuerca al tema en "Los sabores que matan" elegidos por Raquel Rosemberg (Lecter la adora desde que en una entrevista afirmara que "somos canibales") y practicarle una autopsia a los estómagos de los detectives de películas y de novelas, de los criminales y los mafiosos para ver que encontramos en su interior e intentar conocerlos a través de sus preferencias en materia de bebida y comida y de paso, ¿por que no? aprender a hacer un buen pesto.

1 comentario:

  1. La relación comida con lo criminal tiene mucho de empatia. Cuantas veces relacionamos la sangre con el color rojo del vino?. infinitas. Pocas veces relacionamos la comida con un hecho diabòlico sinó con algo exquisito, pero cuando la situación no es agradable, cuhillos, mazos, copas, cualquier utensiblo de cocina puede ser una arma arrojadiza. Es como, el amor y el odio, los dos estan en polos opuesto, pero en ocasiones, juntos. Felicidades por tu blog.

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