miércoles, 13 de noviembre de 2013

Bangkok 8 de John Burdett y Ensalada de papaya pok pok

Bangkok 8 es la primera novela de un total, hasta ahora, de cinco de una serie que presentan al detective de policia Sonchai Jitpleecheep como protagonista.

La capital Bangkok, en especial su Barrio Rojo, y localidades de los alrededores son los lugares por donde transcurre la trama que tiene como eje central la investigación de la muerte de forma harto terrorífica de William Bradley un sargento de la marina estadounidense adscrito a la embajada; un negro alto y fuerte como una columna, a quien los detectives de la policia del distrito 8 de Bangkok, Sonchai Jitpleecheep y su compañero Pichai Apiradee, estaban siguiendo. De ahí que, para acabar el trabajo, Sonchai sea el encargado de esclarecer lo sucedido y ver que hay tras esa muerte.

Sonchai es un mestizo, hijo de un farang, probablemente militar estadounidense ya que no sabe nada de él, y de una tailandesa. Pero además de su condición racial que lo hace distinto, y por haber acompañado a su madre en diversos viajes ha adquirido una cultura y un conocimiento de idiomas que le hace destacar aún más entre los otros agentes. Y el adquirido modo occidental de ir al grano en los asuntos y no dar mil y un rodeos tampoco favorece su popularidad en el cuerpo.

Aúnque también es posible que influya su distinción étnica: su altura, muy superior a la media étnica local, su nariz aguileña y su pelo color paja.

Y también lo hace peculiar el hecho de practicar constantemente el arte de la meditación, visualizar reencarnaciones (la suya más anterior la ha ubicado en Egipto), ser integro y no aceptar sobornos, algo tan natural como respirar en su oficio (cada policia es un recolector que abastece el sistema financiero estructurado como una industria moderna), lo que lo acerca a un ser arhat: alguien que trasciende para realizarse espiritualmente.

La novela adereza la investigación con reflexiones conceptuales sobre las diferencias de pensamiento y obra entre occidente y oriente. Sobre como el dharma explica que todo es transitorio y por tanto no tiene sentido aferrarse a nada material, ni tan solo la a propia vida. Y sobre como el karma tiene su razón y su evolución en las reencarnaciones.

Sobre como conciben los tailandeses la vida y la muerte, su espiritualidad, sus creencias religiosas, sus prácticas de meditación, sus reencarnaciones, su sentido del humor y sobretodo su sentido del placer. Son ante todo hedonistas. Y como no podía ser de otra manera, el placer se capta por los sentidos, y por supuesto el cuerpo y el sexo son medios aptos para conseguirlo, así su percepción de la prostitución es como de un oficio cualquiera y para el que no todos son aptos.

La práctica lucrativa del sexo se ve como un empleo bien remunerado que requiere poco esfuerzo y que no solo beneficia económicamente a quien lo realiza sino también a la comunidad por redundar en beneficios sociales y en la enorme cantidad de divisas que genera.

El sexo es algo agradable, natural, divertido, necesario y gratificante, y si encima se puede ganar dinero con ello ¿por qué renunciar?

Muchos de los visitantes, millones de turistas, que acuden cada año a Tailandia y a su capital Bangkok (Krung Thep en idioma nativo) acaban respondiendo a la llamada imperiosa del sexo de alguno de los modos en que se presenta.

El desorden del pensamiento occidental, su confusión sobre lo ético, su sentido religioso del pecado y la moralidad castradora de inclinaciones naturales, derivan a buscar placer con servicios inusuales, acciones sádicas o masoquistas, y sobre todo sodomitas, es algo que se convierte en objeto de debate a lo largo de la novela. Los tailandeses consideran enfermiza esa forma de vida. Algunas de esas reflexiones son particularmente interesantes aunque en su mayoría no vengan al caso, al caso policial, y nunca mejor dicho.

Y así entre prostitutas y transexuales, sadomasoquismo y seducción, entre marchantes de arte, sobre todo de jade antiguo, y exportadores ilegales, entre corrupción y droga, y meditación, mucha meditación, el caso policial avanza sinuoso y lento como una serpiente adormecida, puesto que la presencia amenazante del karma negativo ayuda a calmar el ansia incontrolada.

La novela de este escritor, John Burdett, que vivió y trabajó en Hong Kong como abogado hasta que decidió centrarse como novelista, es como un compendio turístico y social de Tailandia ya que trata de caricaturismo localista, antropología, sociología (de como se elaboran, deciden y bendicen los apellidos por ejemplo), sexología y budismo. Incluso de la depresión de los cocodrilos y como tratarla.

Si precisan algún otro elemento además de la lectura para imbuirse de lleno en el país pueden acompañarse de la ingesta de un ensalada de papaya, como la que toman Sonchai y su jefe, el coronel Vikorn, en el Princess Club, y refrescarse la boca y el paladar con tragos de cerveza Kloster (un buen acompañamiento para los chiles) que hacen que cada trago después de un bocado, dicen, sea como ingerir lava fresca.

Ensalada de Papaya Pok Pokmezcla oriental de dulce, salado y picante y de aromas y sabores dispares; despierta el apetito y hace segregar suficiente jugo gástrico para anticipar los platos posteriores.

Ingredientes para 4 personas (los chiles van al gusto):

450 gr. de papaya que no esté muy madura
3 dientes de ajo picados
3 chiles tailandeses verdes (prik khee noo)
2 tomates, cortados en gajos
1/2 taza de judías verdes cocidas, cortadas en longitudes de 5 cm
2 cucharadas de salsa de anchoas o de camarones desecados.
1/2 cucharadita de salsa tailandesa de pescado
1 cucharada de cacahuetes tostados y picados
2 cucharadas de de jugo de limón
1 cucharada de azúcar moreno

Preparación:

1. Machacar el ajo, los chiles y la salsa de anchoas o los camarones secos con un mortero (el pok pok al golpear es el sobrenombre que recibe la ensalada, ya que se prepara al momento e incluso en chiringuitos de la calle y el sonido acompaña a los transeúntes en todo momento).

2. Pelar la papaya y enjuagar para eliminar su ácido natural. Abrirla por la mitad, extraer con una cuchara las semillas, y cortar el fruto en juliana fina.

Coloque la papaya en un recipiente y añada la mezcla de ajo, chile y camarones secos y mezcle. A continuación, añada el jugo de limón, el azúcar y la salsa de pescado y de nuevo mezcle bien.

3. Coloque los tomates, cacahuetes en un bol grande y agregue por encima la mezcla de papaya anterior y revuelva.

Fácil y rápida: ya puede disfrutar de su experiencia tailandesa: lectura y comida.

Sepan que esta ensalada es solo el entrante de una exuberante comida disfrutada por nuestros protagonistas que se completa con:  sopa tom-yun picante, pollo estofado con salsa de ostras, lubina frita son salsa de chiles y paté de pescado, sapo crudo con cebolletas y chiles y por último caracoles grandes cocinados en su jugo. Para todo acompañamiento arroz blanco, que tanto sirve como pan (haciendo bolitas para mojar en las salsas) como para dar reposo a las papilas gustativas que parecen fuego vivo que se intentara apagar rociando con gasolina encendida.

Waia


8 comentarios:

  1. No se porque pero no me van mucho las novelas ambientadas en oriente, así queesta no me la apunto.
    Besos!!

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  2. Cando leí lo de la ensalada de papaya no pude evitar un escalofrío. Me encanta la papaya, es muy sabrosa, pero... me sienta tan mal, me pongo tan a morir (solo la comí dos veces y en las dos ocasiones me tuve que meter en cama con dolores y mareos después de echar hasta la primera papilla), que solo con ver su nombre escrito siento sudores fríos. La novela me parece atractiva, pero tengo tanto en espera que no sé.

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    1. Fijate que curioso: en mi caso al primer síntoma de cualquier tipo de problema digestivo, la papaya me lo erradica en el acto. Claro que sola, sin chiles ;-)
      Y como comentaba Laura, hay tanto para leer que jamás daremos abasto.
      Ánimo!

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  3. Lo que quedaría por investigar es si la visión de el autor sobre el pais es una aceptada por los habitantes de ese pais, o idealizada o manipulada. Me parece que cuando escribimos sobre otros paises, nos pasamos de listos y nos quedamos en las puertas. No se, Isak Dineses escribe maravillosamente sobre África, pero al final no se ha enterado de nada.
    Bueno, es una reflexión en voz alta...

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    1. Tienes razón. Lo apunto en la reseña para que quien lea sepa que va a encontrar esas descripciones; ciertamente habría que ver si siendo el escritor un nativo en vez de un farang coincidiría con las apreciaciones sociológicas. Pero...
      Saludos Lola!

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  4. El libro tiene al parecer un punto de vista del autor y de ese nos tenemos que guiar en la lectura. Con su manera de entender la cultura Tailandesa, intentaremos ir aprendiendo cosas también, aunque algunas sean tópicos.
    Buena receta también, de paso.

    Un saludo.

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    1. Años ha, cuando alguien de regreso de un país lejano se atrevía a disertar sobre aquella sociedad 'porque se lo había explicado un guía' siempre le respondía: imagínate un maliense que viene de vacaciones y la visión de este país en la que le transmite un militante acerrímo del PP, o sea totalmente distinta de la que se llevaría si el guía hubiese sido del PSOE. Y sería el mismo país. Hay que ponerlo todo en cuarentena. Y sobre todo mis post.
      Un saludo!

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