lunes, 26 de mayo de 2014

Don de lenguas de Rosa Ribas y Sabine Hofmann

Don de lenguas es una novela negra de corte intimista ambientada en la Barcelona de 1952. En una época en la que Barcelona sigue esclavizada ideológicamente por el golpista gobierno franquista que a pesar de su aparente solidez empieza a tener también sus fisuras y luchas intestinas.

Trece años desde que finalizara la guerra y aún parece entonces. El miedo de los vencedores actúa en todos los ámbitos y se borra cualquier evocación al recuerdo que pueda desencadenar acciones incontroladas, así el cuento de la Caperucita roja se convierte en la Caperucita encarnada y a la Biblioteca de Cataluña se la llama Biblioteca Central.

Una época en la que un huevo pasado por agua, ¡vaya lujo! precisa del rezo de tres padrenuestros para estar al punto ¿precepto religioso que busca la bendición divina de la comida o sustitución de reloj?

Una Barcelona de la que se intenta potenciar una imagen de normalidad para que la celebración del XXXV Congreso Eucarístico Internacional, con el que el régimen pretende aprovechar la puerta abierta no solo para permitir entrar a los visitantes de fuera sino, y sobre todo, para salir, simbólicamente, del ostracismo penitente al que la nación se encuentra sometida y literalmente, de la prisión en que se ha convertido la frontera física consiguiendo el reconocimiento y la aceptación de los otros países.

En esta Barcelona y en estos momentos se encuentra el cadáver de María Eugenia de las Mercedes Sobrerroca i Salvat en su propia casa. Inoportuno asesinato de una viuda de un notable doctor y miembros de la omnipresente burguesía, siempre poderosa gobierne quien gobierne, que conviene resolver cuanto antes y con la mayor discreción posible.

Para ello la investigación del asesinato de la desdichada Mariona Sobrerroca, recae sobre el inspector Isidro Castro de la Brigada de Investigación Criminal de las dependencias de Via Laietana de Barcelona cuya hoja de servicio muestra un altro grado de efectividad.

Y, por cosas del azar, a Ana Martín habitual cronista de sociedad en las páginas de La Vanguardia le toca cubrir el suceso. Para ello trabajará codo con codo con el inspector Castro aunque, por aquello de la suerte del novato, siempre un paso por delante.

El inspector Isidro Castro es un policía de casta, capaz de golpear a quien sea en un interrogatorio, como método ortodoxo de trabajo; con indiferencia, solo atento a la información que va adquiriendo. Como un oficinista que teclea su máquina de escribir sin atender lo que hace, solo atento a la lectura del papel que se va imprimiendo.

Diario La Vanguardia en 1952
Aún y así, el inspector Castro apunta maneras aperturistas, y eso, que no gustaría nada en los padres del Movimiento, facilita el tender puentes de camaradería con la periodista Ana Martín lo que acaba redundando en beneficio de la justicia y por extensión en beneficio de ambos, que de estar en el punto de mira pasan a estar a retaguardia.

Ana Martín es una joven idealista y ambiciosa que precisa demostrar que sus aptitudes la facultan para más que escribir sobre vestidos y tocados; siente sobre si misma el orgullo y la responsabilidad de ser hija de quien fuera un reconocido reportero y la rabia y la desdicha de ser hija de quien hoy es un represaliado que gana su sustento trabajando en un supermercado.

Y es que la prensa se ha convertido en el escaparate de una realidad social silenciada y los artículos se escriben al dictado de la censura.

Ser un represaliado es una suerte ya que significa haber sobrevivido, pero mal se lleva cuando tantos sucumbieron y cuando es aconsejable abrir la boca solo para comer.

Beatriz Noguer, pariente lejana de Ana y coprotagonista de la trama, sufre también en vida esta condición de represaliada que cierra puertas a los libre pensadores. Beatriz mantiene intacta su fortaleza vivencial obligándose a seguir trabajando, escribiendo, corrigiendo y traduciendo aunque para seguir comiendo y pagando facturas tenga que desprenderse de incunables ¡Para un filólogo pecado mortal y sufrimiento añadido!

Novela negra de corte intimista, decíamos, por su forma sosegada de narrar los hechos del caso, por su ecuanimidad al narrar los acontecimientos sociales, por su calidez al explicar los sentimientos de los protagonistas.

Reivindicación del dicho de que tanto la lengua (el idioma) como la pluma (la escritura) pueden resultar más afiladas que la espada. Y que una buena filóloga resulta, por su capacidad para observar escritos, leer entre líneas e interpretar los silencios en un texto, un buen detective.

Como cuando Beatriz aplica la estrategia de Jean-François Paul de Gondi, cardenal de Retz, para intentar evitar la caída en desprestigio de su sobrino.

O cuando el argumento de la ópera El caballero de la rosa y la Mariscala se materializan en las cartas de amor cuyos silencios comunican grandes verdades.

O cuando el vizconde de Valmont sigue hablando por boca de lengua bífida como si siguiéramos en el siglo XVIII.

Rosa Ribas y Sabine Hofmann
Se agradece una novela de esta factura; una novela que se sustenta en un entramado de implícita denuncia social y no necesita recurrir ni al artificioso exceso de sangre o presentar psicópatas estereotipados para atrapar la atención. Estamos ante una novela de las de antes, de cuando el contenido tenía más peso que el continente. Y eso hoy en día, que hay profusión de escritos con plantilla, es un privilegio.

No sorprende nada de lo dicho sabiendo que detrás está Rosa Ribas, esta vez a duo con Sabine Hofmann.

Una Sabine aún por descubrir y una Rosa consolidada de la que tenemos numerosas muestras de su capacidad, entre las que destacan los casos de la comisaria Cornelia Weber reseñados en este mismo blog:


Post scriptum: la segunda novela de la serie protagonizada por la periodista Ana reseñada aquí El gran frío

4 comentarios:

  1. Me encanta Rosa Ribas. He leído dos de sus novelas de comisaria Weber Tejedor y esta también tengo muchas ganas de leerla.
    Besos!

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    1. Loable su capacidad para hacer creíbles sus personajes; Cornelia es bien distinta de estos y cada cual tiene su propia personalidad.
      Un beso Laura y que tengas un buen día!

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  2. Me gustó mucho esta novela, y sobre todo el personaje de Beatriz Nogué. Un abrazo compa.

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