miércoles, 7 de mayo de 2014

El asesino de La Pedrera de Aro Sáinz de la Maza

Cubierta de
El asesino de La Pedrera
El asesino de La Pedrera es de esas novelas que comienzan estando ya empezadas, por lo que la zambullida en el mar argumental es sin saber si el agua está poco o muy fría. No hay tiempo. Solo para emerger y nadar y nadar y no dejar de nadar lo más rápido posible. En ese Mediterráneo que besa Barcelona.

Estamos pues ante una novela trepidante que no da respiro. Un thriller como mandan los cánones que rinde homenaje a una Barcelona a la que implica en la trama convirtiéndola, y no es un tópico manido sino una verdad como un templo, gaudiniano para más señas, en protagonista destacada de la misma. Tanto la Barcelona que se ve como la que se intuye.

Milo Malart, un Camilo que en algún momento y nos tememos que por circunstancias no deseosas de recordar ha abandonado la primera sílaba de su nombre, es el inspector en el que se confía para esclarecer un sonado, espeluznante y osado asesinato amplificado por las redes sociales.

La Pedrera en el Passeig de Gràcia de Barcelona
En el Passeig de Gràcia, la arteria comercial de Barcelona, el asesino ha elegido la emblemática Pedrera para colgar un cuerpo de un balcón y prenderle fuego. El desafortunado, un reconocido miembro de la sociedad catalana, ex conseller de la Generalitat y directivo de La Caixa, estaba vivo en el momento en que alguien decidió convertirlo en antorcha.

Milo está relegado del servicio activo en los Mossos d’Esquadra pendiente de juicio por un altercado con un superior a raíz de no haber asumido un terrible impacto emocional por la muerte de un familiar muy querido.

Y es la jueza Susana Cabot, impresionante personaje dotado de un carisma apabullante y pared maestra de la novela, quien confiando ciegamente en sus aptitudes detectivescas y en su conocida habilidad para empatizar con la mente de los delincuentes lo recupera, contra viento y marea, para participar en esta investigación que amenaza con incendiar también los estamentos sociales y sacar humo de los teléfonos.

Ha de formar pareja con la subinspectora Rebeca Mercader, una atractiva joven con cuestionable predilección por las camisetas con siglas americanas, siglas a las que los personajes masculinos no pueden evitar mirar, que consigue, pese al rechazo inicial por parte de Milo a trabajar en equipo, consolidarse en su función y establecer una relación de sólida compenetración gracias a su demostrada capacidad profesional y a su actitud comprensiva y animosa.

Thriller de profundo calado y enormemente ambicioso que se articula entrelazando dos tramas principales con diversas subtramas que tienden a converger y encajar perfectamente a pesar de lo rebuscado que pueda resultar conseguirlo con algunas de ellas. Para ello se vale de una variada tipología de personajes a los que identifica psicológicamente en base a sus comportamientos sin necesidad de caer en tediosas descripciones físicas.

Personajes que reproducen todo tipo de estereotipos urbanitas actuales: pretenciosos presentadores televisivos para los que la fama justifica los medios, emprendedoras de negocios con más ilusión que habilidades, secretarias con más resolución que algunos ejecutivos, potentados narcisistas de poder para los que la ciudad es una alfombra, esposas que viven del dinero de sus esposos y de la impresión de ser miembros de una casta intocable, policías que entienden que la corrupción solo es censurable cuando la practican otros, psicólogas que entienden la relación con el paciente como alguien que si no juega según sus reglas es un inadaptado, skaters para los que la realidad de la vida es algo que no apetece descubrir, funcionarios para los que el cumplimiento del deber, aún siendo injusto e ilegal, es patente de corso que garantiza su cómplice inmunidad, forenses eruditos dispuestos a cruzar frases ingeniosas como lances de esgrima… y así muchos más.

Riqueza de caracteres; riqueza de situaciones propiciadas por el mundano turismo de verano, por el mundial de fútbol y por la visita del papa; y riqueza de escenarios donde desarrollarlos.

El Calvario en el Turó de Les Tres Creus
en el Parc Güell
Barcelona convertida en una encarnación de Gaudí, a través de sus genialidades arquitectónicas, de sus manifestaciones místicas, de sus proclamas gnósticas y de sus enigmáticas inclinaciones masónicas es tan protagonista directa como lo pueda ser Milo y a la vez el magnifico escenario natural rico y variado donde transcurre la investigación.

Gaudí y la ciudad y sus calles; los edificios y sus fachadas y otros elementos urbanos, acogen las evoluciones de las tramas, los desplazamientos geográficos y temporales y permiten el rápido ritmo narrativo. Imprescindible en una novela de estas características para impedir que la tensión tenga tentaciones de decaer, lo que no sucede en absoluto sino todo lo contrario ya que conduce a protagonistas y a lectores a una extrema y extenuante persecución contra reloj.

Persecución que conduce a un final épico, acorde totalmente con la magnitud de los elementos empleados, que da respuesta satisfactoria al completar el círculo de acontecimientos. Al completar una rueda de la vida donde toda decisión tiene su consecuencia. Y todo acto tiene su porqué.

Milo Malart configura un inspector con una fuerte y compleja personalidad tangencial a la mayoría de tópicos empleados en otras novelas, pero con riesgo a caer en ellos sino se potencian sus capacidades. Como por ejemplo la que demuestra con su práctica del bookcrossing como outsider, reafirmando la independencia de sus actos y evitando cualquier encasillamiento colectivo. O su afición a buscar en los libros de autoayuda las respuestas que ya conoce.

Aro Sáinz de la Maza
Aro Sáinz de la Maza puede estar satisfecho del tiempo empleado para conseguir encajar esta trama poliédrica y para crear unos personajes tan ricos en sus personalidades.

Y aunque el buen resultado es evidente hay que desearle que se atreva a trascender la zona de confort que supone emplear elementos de interés garantizado y arriesgar un poco más saltando del trampolín superior.

Para los amantes de los thrillers assegurarles que, con lo poco que se prodigan los de factura local aparte está de las publicadas por el tandem Garrido y Abarca, esta novela es una muestra saludable de la capacidad de sorprender, deleitar e instruir (las referencias a Gaudí bien merecen un recorrido turístico) que tienen nuestros escritores, que ante la complejidad se crecen.

Dragón a la entrada del Parc Güell
El asesino de la Pedrera conforma un cubo de Rubik, donde cada subtrama tiene su lugar preciso como cada uno de los pequeños cubos con sus coloridas y lacadas caras brillando al sol como escamas de piel de dragón.

Post scriptum: la reseña de la segunda entrega de Milo Malart ya disponible sin salir del blog: Ángulo muerto

11 comentarios:

  1. Ufff qué buena pinta!!!!
    Me gusta conocer nuevos autores de novela negra.
    Gracias!!!!

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    1. Te atrapa y no te suelta.
      Saludos!

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    2. Fantástico.... No pude soltarlo hasta acabarlo.... Estoy leyendo el segundo El ángulo muerto y me engancha también.
      saludos

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    3. Pues te agradezco el comentario porqué yo aún no la he leído y me animas a hacerlo.
      Saludos!

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  2. Por un momento he leído Milo Manara en vez de Manart :D
    Me la apunto para tenerla en cuenta.
    Un placer leerte, Jordi, como siempre.

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    1. Ja, Ja, si así fuera las protagonistas femeninas serían mucho más curvilíneas.
      Un abrazo Roberto

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  3. La leí hace tiempo y la coloqué en el estante de mi librería reservado a los libros que hay que prestar con muchas cautelas para no perderlos. Me encantó.

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  4. Esa mezcla de negra y thriller resulta muy atractiva.
    Saludos!

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  5. Interesante novela, Jordi. Acabo de terminar otra ambientada también en Barcelona, E-King, muy buena, o por lo menos, a mi me lo ha parecido. Está claro que la ciudad condal es literatura pura. Saludos.

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    1. Pues tomo nota de esta que dices y que no conocía.
      Un abrazo.

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  6. El único problema que le vi a esta novela es el exceso de clichés: policía borde con "supercapacidades" para la investigación(como tantos otros) relación con la subordinada de tira y afloja con diálogos manidos, asesino en serie muy malo que entra y sale de edificios públicos con una gracia...las investigaciones y razonamientos un tanto surrealistas. Pero en conjunto entretiene, la calidad literaria es incuestionable y se deja leer muy bien. Recomendable.

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