sábado, 27 de octubre de 2012

Los misterios de Oscar Wilde de Gyles Brandreth


Londres 1890

Oscar Wilde y una muerte sin importancia, Oscar Wilde y el club de la muerte y Oscar Wilde y la sonrisa del muerto, son los tres títulos traducidos al castellano de los cinco publicados pertenecientes a la serie Los misterios de Oscar Wilde, en donde este es el protagonista absoluto, del novelista Gyles Brandreth.

La primera de las novelas, el primero de estos misterios, acaece entre 1889 y 1890, recién creado el Departamento de Investigaciones Criminales de la Policía Metropolitana de Londres, que es cuando tiene lugar el encuentro casual, o no, de dos genios de las letras británicas cuya vida de ficción no tiene nada que envidiar a su vida real.

Por un lado Arthur Conan Doyle, médico escocés, felizmente casado y cuya  afición a la literatura le impele a escribir y como autor novel acaba de publicar Estudio en escarlata, donde presenta a un detective, Sherlock Holmes, con un peculiar método deductivo avalado por un curioso planteamiento del razonamiento, y del que está cosechando buenas críticas. En la segunda novela de esta serie de misterios, habiendo publicado ya  El signo de los cuatro conoceremos su insatisfacción por mantener al héroe y su deseo de terminar con el.

Y por el otro Oscar Wilde, dublinés, un ya reconocido y aclamado autor, bon vivant sublimado “Soy de gustos sencillos, Me contento siempre con lo mejor”, que está trabajando en la obra por la que será más recordado: El retrato de Dorian Grey.

Ambos quedan inmediatamente enlazados por una emotiva amistad y profundamente admirados de sus correspondientes habilidades y Conan Doyle decide que, como reconocimiento, creará un hermano mayor para Sherlock a imagen y semejanza de este genio creador que sublima en Wilde.

Robert Sherard, londinense, poeta, escritor y amigo de Oscar, y a la postre su biógrafo más autorizado, da cuenta de esa amistad en sus publicaciones a la vez que narra en primera persona una serie de hechos criminales a los que el ingenio de ambos, y la participación puntual de Conan Doyle, hizo frente y dio satisfactoria resolución.

Oscar Wilde, que es para quien se inventó el adjetivo hedonista: “la vida es la pesadilla que nos impide vivir”, y que tiene un agudo sentido del humor “tomaremos cualquier borgoña que nos recomiende el sommelier. Hoy me apetece vivir peligrosamente” es un gran amigo de sus amigos y un generoso artista de una sensibilidad exquisita con una gran capacidad de vivir el momento y que se nos revela con una capacidad de observación y de deducción razonada capaz de rivalizar con las de su admirado Sherlock Holmes, a quien ha escogido como maestro de ese arte con la secreta esperanza de superarlo y ser reconocido por ello.

Esto es lo que le acredita como el detective aficionado capaz de resolver los misterios y crímenes en los que Gyles Brandreth tiene a bien envolverlo.

Gyles Brandreth
Gyles Brandreth es el autor, el artífice de estas novelas, cinco hasta la fecha, en las que partiendo de personas y documentos reales y hechos socio políticos y culturales verídicos juega con la licencia poética del autor para incorporar elementos fantasiosos con los que crear unos argumentos de novela policial costumbrista que tienen en los actos, actitudes, pensamientos y modales de los protagonistas sus puntos más fuertes.


Constance y Cyryl

Oscar Wilde, Constance, Arthur Conan Doyle, Robert Sherard, Bram Stoker, Shara Bernard, todos personajes reales y todos influyentes, a su modo, y artífices de la historia que tienen los mismos vicios y virtudes que el resto de la humanidad, y que entrecruzan sus vidas para dar cuerpo a estas obras.

El resultado son unas novelas apasionadas, novelas de caracteres que cuentan además con una perfecta recreación de la sociedad y ambiente de la época victoriana que le confiere autentica calidad de fresco histórico. Imprescindibles para los amantes del costumbrismo y del género biográfico, obligatorias para todos los seguidores de la novela policial clásica y perfecta para los incondicionales de Sherlock Holmes, como personaje y como método.

Oscar Wilde y una muerte sin importancia
El martes 31 de agosto de 1889 Oscar Wilde descubre el cadáver del joven Billy Wood, en una casa donde tenía una cita y abandona el lugar presa del desasosiego. La impresión casi consigue descolocar a quien nunca pierde la calma ni la compostura “Los estados de ánimo no duran. Ése es su principal encanto” y cuando finalmente consigue ser otra vez responsable de sus actos regresa al lugar para descubrir con inquietud que no hay ni rastro del cuerpo. A instancias de su recién conocido Arthur Conan Doyle pone el asunto en conocimiento del inspector Aidan Fraser, amigo de este, para que inicie una investigación formal.

La primera de la serie y sin duda las más acorde a los cánones del género policial. Una investigación de avance progresivo, juego de espejos para reflejar falsos sospechosos y un desenlace al más puro estilo de novela inglesa de la época.

Oscar Wilde y el club de la muerte
El Club Sócrates es una excusa para pasar la jornada del domingo, que por ser el festivo antes de, tiene la capacidad de favorecer un estado de depresión que se acentúa a medida que se acaba el día. Oscar Wilde, no podía ser otro, celebra estas jornadas con una comida con sus amigos y entre las actividades que se inventa para pasarlo bien propone jugar al asesinato: cada uno de los presentes debe anotar de forma anónima en un papel el nombre de quien, presente o no en la comida, quisiera matar o ver muerto. Divertido juego de sobremesa que tiene el defecto de poder traspasar el concepto abstracto y materializarse en una macabra realidad donde se suceden los asesinatos.

Segunda novela de la serie que se presenta de forma inmejorable, empieza muy fuerte, pero que sufre para mantener el tono, aún y así tiene una factura muy elaborada y aunque más costumbrista que policial, con especial ahondamiento en la doble moral soterrada de la época, no defrauda.

Oscar Wilde y la sonrisa del muerto
Un periplo de Oscar como conferenciante por los Estados Unidos que indudablemente tiene su impacto emocional por la serie de aventuras vividas y las amistades trabadas, un regreso a Londres como puente transitorio para una larga estancia en París donde Oscar Wilde participa en una adaptación de Hamlet para el célebre empresario teatral Edmond La Grange cuando la compañía se ve sacudida por la inexplicable muerte por aparentes suicidios, que no evidentes, de personal allegado lo que genera un misterio que la mente de Oscar no puede dejar de investigar.

Tercera novela de la serie en la que la crítica social tiene gran expansión. La sociedad británica remilgada de puertas afuera, deja paso a la libertina de un París, que en plena efervescencia creativa potenciada por la ingesta de absenta y la cocaína es una olla a presión donde se cocinan emociones con placeres. La trama policial transcurre soterrada por el desborde de color de las fiestas de la ciudad de la luz aunque consigue ir ganando protagonismo y hacerse dueña de la situación.


Gyles Brandreth está demostrando, en su evolución desde la primera novela a la tercera, sentirse cada vez cómodo rescribiendo de forma novelada la historia. Falta conocer si esta tendencia sigue así en las dos obras aún no traducidas o por el contrario retoman la senda original de la serie donde la trama detectivesca tenía más peso.

Huelga decir que leídas de un tirón, ni tan siquiera el encantador y afable carácter de Oscar Wilde, soporta el envite. Respiren entre una y otra para no empacharse y para saborear mejor todo lo que se ofrece. Que es mucho.

Post Scriptum:

Oscar Wilde en su vida real como escritor también puso su granito de arena en la novela policíaca de la época. Un ejemplo lo pueden leer en el post dedicado a El crimen de lord Arthur Saville.

martes, 23 de octubre de 2012

Bookcrossing Interrobang Octubre

          Libros gratis para quien lo solicite primero y entienda que, como ofrecimiento altruista, lo enviaré por correo. Por lo que si llega, bien y si no llega, no llega. No se admiten reclamaciones. Sea como fuere el libro quedará liberado, que es la finalidad primera de la iniciativa Bookcrossing.

Consideraciones:

  1. En cada post solo se podrá optar a uno de los títulos por persona.
  2. Entrar en comentarios a que título se opta y esperar comentario respuesta de asignación.
  3. Enviar email a bloginterrobang@gmail.com para comunicar dirección postal donde recibirlo.
  4. Confirmar recepción respondiendo en el blog en el mismo post y en la misma conversación del primer comentario.
  5. Entrar en http://www.bookcrossing.com/ y registrar el libro en su diario de bitácora. Una vez leído puede quedárselo o volverlo a liberar o entregarlo a una biblioteca o a un colegio haciéndolo constar en la ficha bookcrossing del libro para conocer su periplo.

A leer y a disfrutar. La cultura no es un lujo, es un derecho.


El secreto de Chimneys
Agatha Christie
Editorial Molino
Selecciones de Biblioteca Oro, 156
Barcelona 1982

Sinopsis en:




Código azul
Andrew Gross
Ediciones Urano
books4pocket, Narrativa, 179
Barcelona 2007

Sinopsis en:



Fantasmes quotidians (Històries espantoses)
Andreu Martín
Editorial Planeta
Ramón Llull, Narrativa s/n
Barcelona 1996
(En catalán)

Sinopsis en:


jueves, 18 de octubre de 2012

La brisca de cinco de Marco Malvaldi

A la brisca, y a cualquier otro juego de cartas, le va bien amagar, fintar y dar pistas falsas, le va bien el engaño, pero lo que no es permisible, nunca ni bajo ningún concepto, es hacer trampas. Y en esta brisca, que se lee en lugar de jugarla, no hay juego limpio.
En el imaginario pueblo costero de Pineta, cercano a Livorno, en plena Toscana, nada lejos de Pisa, se ha descubierto un cadáver. En pleno agosto, con un calor de mil demonios. Y ante la jocosa ineptitud policial personalizada en el comisario Fusco, para conducir a buen puerto el asunto, Massimo Viviani, propietario del BarLume se ve impelido, por diversas motivaciones, a meterse en el asunto y darle solución.
La brisca de cinco que está estructurada como una novela policial, esconde en realidad una novela costumbrista a la italiana. Asesinato a la italiana. Con humor socarrón destapa de forma superficial, no hay crítica social reivindicativa, las miserias urbanísticas y personales que han hecho de un pueblo de pescadores un complejo turístico frecuentado por visitantes de bajo poder adquisitivo.
Toda la novela está impregnada de ese conocido humor a la italiana, de falso y exagerado dramatismo y de mucho cotilleo viperino, que hemos disfrutado en tantas y tantas películas con Marcelo Mastroiani, por ejemplo, como protagonista.
Además del citado Massimo y una escultural Tiziana, pelirroja con dos erguidas tetas capaces de tirar de cuatro carretas, que lo ayuda en el bar, están cuatro viejecitos que matan las horas sentados jugando a la brisca y criticando todo y a todos, y esperando ser servidos en lo que Massimo tenga a bien servirles.
Eso es así ya que Massimo sirve lo que cree adecuado al día, a la hora, al grado de humedad, a la temperatura ambiente y el tipo de cliente al que vaya destinada la consumición. Y no admite replica ni discusión alguna.
Marco Malvaldi (1974), el autor, se ha ganado el afecto de numerosos lectores con esta fácil comedieta negra que se yergue como la primera de una trilogía que tiene por epicentro el BarLume.
Con el personaje del propietario y a la vez camarero de un bar como detective accidental, que expone un nivel cultural superior a la media y muestra una capacidad de entendimiento y aplicación de la lógica en todas sus facetas vivénciales con lo que consigue darle nuevas alas a esta novela policíaca mediterránea que cada vez se enriquece más y mejor. Esperemos que en las próximas entregas los viejecitos obtengan el protagonismo que les corresponde, pues su potencial ni tan solo se ha rascado con la uña y es una lástima desperdiciarlo.

No busquen una obra para vibrar ni para guardar en la memoria, ya que lo que encontraran es solo para entretener y divertir, que con lo que anda por ahí ya es mucho. Tanto la prosa como la trama son sencillas y caseras lo que le viene al pelo ya que es una novela corta y de lectura ágil que no presenta complejidad alguna ni demanda lector cualificado, recomendable sobre todo para iniciarse.
Tenemos servido en la mesa, por su brevedad y si el símil gastronómico es permitido, un antipasto ligero pero sabroso.

Para el 23 de este mes de octubre se espera en la sección de novedades la segunda entrega: ‘El juego de las tres cartas’ donde un asistente a un congreso de química aparece asesinado, aunque el crimen sea solo de nuevo una excusa para profundizar en los usos y maneras de una pueblerina forma de vivir... a la italiana.
Ci vediamo dopo!

Post scriptum: las reseñas de las siguientes novelas de la saga ya están disponibles también en este blog:

2. El juego de las tres cartas
3. El rey de los juegos

jueves, 11 de octubre de 2012

Los misterios de Laura


¿Se imaginan al teniente Colombo, mujer? Insistente, absorta en lo suyo, concienzuda, pesada, inoportuna, patosa, olvidadiza... ¿La teniente Colombo?


¿Se imaginan a Jessica Fletcher siendo policía en lugar de escritora? Intuitiva, instintiva, femenina, mandona, decidida, impulsiva... ¿La inspectora Fletcher?

Laura Lebrel, tiene un mucho de cada y un poco de ninguno. Pero Laura no vive en el mundo de Colombo o Fletcher donde parece no haber día a día sino en un piso del que hay que pagar una hipoteca, con gemelos a los que alimentar, vestir y pagar extraescolares, todo esto mientras tramita el divorcio de quien además es su jefe en comisaría, por lo que a su trabajo de inspectora de policía se suma el de madre y ama de hogar.

Laura es la protagonista de la serie televisiva española Los misterios de Laura.

Por si fuera poco los gemelos, Carlos y Javi, son la piel de Barrabás, su madre, Maribel, se inmiscuye en todo lo que no debería, su ex, Jacobo, pretende volver con ella y le fiscaliza cualquier relación sentimental, su compañero en comisaría, Martín, es un ligón al que sus relaciones de liga bien sin mirar con quien le causan más de un lío gordo, otra inspectora, Lydia, ha sido el amante de su marido y la tiene etiquetada de maruja sin aspiraciones ni posibilidades y el ayudante becario multiuso, Cuevas, siempre dispuesto a colaborar, tiene su corazoncito pero poco tacto.


Aún y así, su tiempo, repartido entre luchas intestinas en el trabajo, sus menesteres particulares y sus labores profesionales descubriendo culpables, cunde lo suficiente como para sobrevivir y no morir en el intento.

Aunque su aspecto si queda tocado, o por negligencia, o incapacidad, o escasez de dinero o nada de tiempo para dedicárselo, o un poco de todo. Luce un peinado que no ha visto peluquería, una gabardina que ya debería estar jubilada, unas blusas, jerseys y faldas que ya tuvieron sus quince minutos de gloria ni se sabe cuando, un bolso que no combina y unas botas que, eso si, están de moda por ser botas pero no por ser esas precisamente. Todo un contrapunto a las inspectoras de series americanas que lucen palmito y aparecen siempre peinadas, maquilladas y vestidas más para un estreno teatral u operístico con invitación personalizada que para investigar un cadáver descuartizado.

Laura Lebrel hace honor a su apellido y husmea por aquí y por allá y cuando cree haber encontrado un rastro no lo suelta de modo que hasta sin pruebas tangibles todos sus compañeros la creen. Tiene las estadísticas a favor. No aplica ningún método de manual, no hace perfiles psicológicos, no disecciona pruebas forenses, solo se deja llevar por su olfato y su instinto como buen lebrel y no hay coartada que se le resista ni asesino que no saque de su madriguera.

El desenmascaramiento del culpable es a lo Hércules Poirot, ya saben: todo el elenco de sospechosos cómodamente sentados, y Laura Poirot Lebrel exponiendo de principio a fin su secuencial proceso deductivo, sembrando dudas en las coartadas, confundiendo a unos y otros hasta la acusación final del asesino, para sorpresa del resto de sospechosos, de sus propios compañeros y, a veces, hasta de los televidentes.

La serie tiene mucho de la novela inglesa de la edad de oro y todavía más de Agatha Christie. Incluso dedican los dos últimos capítulos de la segunda temporada para homenajear la obra maestra Diez Negritos en un versionado Made in Spain, con lo que eso sugiera a cada cual.

Los casos de esta serie se suelen presentar con pocas pruebas, dispersas, y los asesinatos son tan light que hasta los asesinos dan lástima. Los capítulos son auto conclusivos en cuanto al caso policial se refiere pero mantienen una línea de continuidad en el aspecto familiar y sentimental de todos los protagonistas que tiende siempre a salirse de madre para darle el contrapunto humorístico a la investigación criminal y conseguir no solo espectadores afines al género sino también espectadores de otras series menos puestas.

Si esta es la apuesta de TVE para competir con las series extranjeras de las privadas, aún hay camino que recorrer. Los americanos, como paradigma, no solo nos llevan muchos años, y aquí la experiencia es un grado, sino que además las tratan como TV movies, películas de pequeño formato, y este es uno de los grandes factores diferenciadores de las realizadas aquí que aún se plantean como algo a caballo entre teatro y concurso televisivo.

Mejoraría muchísimo con que el caso se presentara en un argumento más contextualizado, y con más exteriores de calle, para percibir que hay un mundo alrededor donde la vida palpita, continúa y siguen ocurriendo cosas lo que mejoraría también el ritmo narrativo en el que actualmente la tensión brilla por su ausencia. Habría que adaptar mejor la música ambiental, la actual es soporífera, y dotarla de más procedimiento policial, ya que con tanta intuición la profesionalidad del cuerpo sale malparada.

Pero en cambio tiene lo que les falta a sus homónimas más puestas, tiene coloquialismo, tiene humanidad, vecindad, voluntad de encarar lo peor siempre con optimismo, de demostrar ternura y capacidad para reírse de uno mismo caricaturizando estereotipos para que los identifiquemos graciosamente con nuestros conciudadanos.

Ver un capítulo a la semana, buscando desconexión y entretenimiento, resulta hasta divertido; realizar una immersión, como la realizada para escribir este post, tiene el problema de que resalta en exceso los tics repetitivos de actores y guionistas.

Lydia deja retratada a Laura en cada uno de los chascarrillos que le suelta: coge el cambio del café que igual mañana te da tiempo a ir donde los chinos y comprarte algo de bisutería que conjunte con este vestuario que nos llevas, chica, que ya te vale.

El estreno de la tercera temporada, con 13 episodios, se esperaba para este otoño pero no se ha confirmado aún la fecha, mientras tanto repasen las dos primeras en: http://www.rtve.es/television/misterios-laura/

Post scriptum: reseña de la tercera temporada aquí en este mismo blog.

viernes, 5 de octubre de 2012

Ciutat d'espies

Hoy posteamos una de espías, de esas que perfectamente hubieran hecho las delicias en una sesión doble de cine, cuando se combinaban una de amor, generalmente una españolada, y una de tiros.
Estamos en 1915, Europa se desangra bajo los efectos de la Gran Guerra que no salpica a una España amparada por la declaración de zona neutral. Esta privilegiada situación política sumada a la geográfica de Barcelona, fronteriza y marítima, hacen de esta ciudad lugar de trapicheo de información y objeto de deseo de los servicios secretos de las naciones en conflicto.
Pero Barcelona no es una balsa de aceite, los movimientos obreros en busca de un reparto más equitativo de la riqueza que generan con su trabajo tienen enfrente una burguesía que hace oídos sordos y que exprime en su beneficio tanto como puede, los idealistas intentan hacerse oír en la defensa de un mundo libre y los librepensadores intentan convencer de lo acertado de sus convicciones.
Pol Vidal, el reportero con el que vivimos grandes aventuras en Barcelona Far West, se ve inmerso, casi sin quererlo ni beberlo, en una situación de alto riesgo al meterse en medio del fuego cruzado de espías de diversas nacionalidades que se dan cita en Barcelona persiguiendo los planos de una poderosísima arma, El martillo de Thor, que ha de proporcionar la hegemonía de la contienda a la nación que la posea.
Ha pasado suficiente tiempo desde que Bill Cody visitara Barcelona como para que Pol Vidal haya tenido tiempo de constituir una familia con cuatro hijos. Sigue siendo periodista y su presente profesional no es muy halagüeño ya que el periódico presenta pérdidas y posible plan de ajuste de plantilla, cuando no cierre.
Estamos en verano y su familia se dirige a Mataró a pasar unos días, como es habitual en sus vacaciones en casa de una entrañable amiga, y en el interín en el que Pol debe decidir si se toma un descanso para acompañarlos, que visto el panorama laboral no resulta conveniente, las circunstancias deciden por él y se convierte, por carambola, en espía accidental.
Rusos zaristas, rusos bolcheviques, alemanes con ayuda de policías españoles, ingleses y franceses se las ven y desean en las calles de Barcelona para conseguir el preciado botín que un científico sueco, con el nombre de Thor el arma no podía tener otro origen, ha traído desde Estados Unidos para vender al mejor postor y sus rifirrafes ocasionan más de una víctima pero cuando está en juego detener una guerra y salvar las miles y miles de vidas humanas que luchan encarnizadamente en trincheras embarradas, unas muertes civiles son daños colaterales aceptables al cumplimiento de una misión.
Los distintos protagonistas, ajustados al tópico de toda novela de espías que se precie, están muy bien dibujados y el autor no descuida mantener ese punto de humor irónico indispensable que permite a los supervivientes seguir siéndolo.
Así tenemos la inevitable espía femenina, belleza mortal, al científico al que la realidad supera su vida de laboratorio y que cuando se enamora lo hace por primera vez, al policía corrupto con más ambición que hambre, al limpiabotas confidente que guarda las distancias, al espía dispuesto a dar la vida por honor, al espía dispuesto a dar la vida por sus ideales, al espía que surgió del frío...
Jordi Solé (Sabadell, 1966), que ya firmara Barcelona Far West, es el artífice de esta enmarañada historia (remotamente inspirada en ‘El rayo de la muerte’ de ese genio que fue Tesla), un thriller de alto voltaje, ágil y de velocidad de atracción de parque temático, de la que no se puede bajar en marcha una vez se ha empezado y aunque su final resulte un poco excesivo, más disparos que en un western clásico, no desmerece la capacidad de sorpresa.
Una vez más su minuciosa reconstrucción histórica alcanza todos los aspectos tratados desde los altos vuelos de lo que piensa la realeza hasta los más prosaicos como la promoción publicitaria de un producto de reciente aparición. Su labor como documentalista histórico le confiere a su obra ese plus de credibilidad y de docencia que no aburre y Barcelona y sus principales figuras (incluido el fundador del Barça) quedan retratadas con minuciosa verosimilitud sin desentonar para nada en el argumento donde tienen lugar, cabida y justificación.
La lectura hasta el final se recompensa en dos habilidosos guiños al lector: en uno añadiendo una pincelada a una trascendental biografía de una figura de gran relevancia histórica y en el otro explicando el origen de uno de los mitos del espionaje más famosos del mundo de ficción. Ambos integrados en la trama con gran acierto.
La versión en castellano la suponemos disponible en unos meses como sucediera con El revólver de Buffalo Bill, primera novela de la saga de Pol Vidal y un cocktail de aventuras, costumbrismo y novela negra en esta facilidad que demuestra el periodista Jordi Solé para el mestizaje de géneros.
Nótese que como homenaje al periodismo este post se ha escrito recortando párrafos, como las composiciones de época ;-)