jueves, 9 de marzo de 2017

Grantchester

Grantchester serie policial clásica.
En la pequeña población de Granchester, cerca de Cambridge, durante la década de 1950, se suceden una serie de misterios criminales que tienen en la figura del joven vicario anglicano Sidney Chambers el eje central de la investigación y de su resolución (un registro del actor James Norton diametralmente opuesto al que ofrecía en la serie Happy Valley).

La parte policial la encabeza el detective inspector Geordie Keating (un personaje de apariencia impasible pero con un gran corazón interpretado por Robson Green) y el elenco femenino, que cuenta con variados e interesantes perfiles, lo encabeza Amanda Kendall (Morven Christie) amiga del alma, cuando quisiera ser algo más, de Sidney.

Sidney Chambers resuelve los casos a partir de asociaciones de ideas propiciadas por las conversaciones que mantiene; no hay tratamiento científico ni deductivo, ni inspiración divina: solo explicación racional.

La serie televisiva está basada en las novelas agrupadas bajo la denominación Los misterios de Grantchester de James Runcie, hijo de quien fuera pastor y más tarde arzobispo y de quien se inspiró para su ambientación.

A las dos temporadas hasta ahora emitidas de 6 episodios cada una se anuncia ya una tercera para este 2017.

La serie de carácter eminentemente policial clásico y británico, inclasificable como serie negra como se lee en algunos medios, tiene ese tratamiento británico perezoso cuando la acción transcurre en ambientes rurales donde el reloj es algo que casi solo vale para ostentar.

Unos casos criminales que lo son por su resultado pero donde la causa e intención pueden no tener la maldad que se les atribuye. A veces son las circunstancias las que ocasionan mayores destrozos.

St Mary and St Andrew, Grantchester
El lugar, una población pequeña donde casi todos conocen todo de sus casas y sus jardines, donde se coincide en el bar, en los caminos rurales, en los prados y el río. Un lugar bucólico donde las rosas también tienen espinas. Como decía miss Marple una simple charca es un reflejo de vida de un gran lago; para lo bueno y para lo malo.

Sidney tiene pasiones humanas que ejerce con igual devoción como recita el sermón de los domingos, algunas fraguadas durante su presencia activa en la Segunda Guerra Mundial.

Bebe hasta perder el conocimiento, fuma hasta quemarse los dedos y escucha jazz a toda hora, esa música satánica que incita a las personas a realizar actos deleznables, según la mentalidad de la época, y por si fuera poco tiene éxito con las mujeres pero sin triunfo.

Pero su entrega como siervo del señor no ofrece duda y ante la imposición de la ley que solo analiza hechos y ejecuta culpables choca siempre con su visión misericordiosa y bienintencionada, ya que una vez resuelto el caso siente igual compasión por la víctima que por el culpable; pero por encima de cuestiones religiosas o morales, Sidney Chambers trata siempre de obrar correctamente según sus propios principios.

Una serie que nos recuerda las andanzas de ese otro gran siervo de Dios y hábil investigador que fuera el padre Brown, aunque salvando las distancias entre católicos y calvinistas y en que en Grantchester se tratan temas como la eutanasia y la homosexualidad de forma totalmente abierta.



domingo, 5 de marzo de 2017

La capital del crimen de Luís Molina Aguirre

Bakercity, una ciudad distópica.
Bakercity es conocida como La capital del crimen y sobran las explicaciones; una capital con sus barrios altos y bajos y sus clases sociales a juego, con sus barreras físicas y fronteras imaginarias por todos conocidas y generalmente respetadas que acoge la violencia como las calles a la lluvia: sin otra opción.

La policía y la judicatura ponen orden a los desmanes pero en general el orden impuesto no es que el que dictan las leyes y las reglas de convivencia sino el que imponen los poderosos que con su dinero compran silencios y aquiescencias aunque ni con eso consiguen evitar que la violencia les alcance también a ellos.

Así una joven, hija de un poderoso y ambicioso concejal, ha sido asesinada.

Iván Romero es el detective de homicidios que debe solucionar su asesinato junto a un equipo formado por el sargento Jaime y los novatos Patricia y Jeannot, nuevo compañero que encarna todo lo que aquel odia, impuesto por el comisario De la Fuente y forzado por la circunstancia de que su anterior compañero, el detective Marcos Gallardo, ha desaparecido.

Al lado de Iván Romero, Harry el sucio es una hermanita de la caridad. Iván es un detective de los de antes, con métodos prehistóricos, poseedor de la verdad absoluta y para el que la obtención del fin valida automáticamente cualquier medio empleado.

Sobre la mesa varios casos simultáneos a resolver, en la capital del crimen este no descansa. Nunca.

La novela no se mueve por los caminos trillados del género; es una novela criminal donde los policías pueden llegar a ser más dañinos que los delincuentes por aquello que solo el fuerte sobrevive y o matas o mueres. Es lo que tiene vivir en una ciudad distópica.

Luis Molina Aguirre
Luis Molina Aguirre, escritor aún en fase de afinamiento, relata con prosa áspera, con sus picos y sus valles, cómo se desarrollan las investigaciones y cómo influye el entorno en el estado de ánimo de los protagonistas;  unos protagonistas que harían bien en resolver sus dudas y necesidades existenciales como si no hubiera un mañana. Porque podría no haberlo.

La trama avanza hacia un precipicio y su final es consecuencia de sus actos: por sus actos los conoceréis y está claro que quien siembra vientos recoge tempestades.

De esas novelas que te dejan como si hubieras comido alambres de espino.

miércoles, 1 de marzo de 2017

¡A todo volumen, Bruno! de Baru

Un comic noir original
Con argumento de novela negra al más puro estilo Donald Westlake ¡A todo volumen, Bruno! desarrolla una historia que empieza con un joven africano, promesa del fútbol, viajando a Francia clandestinamente para cumplir el sueño de triunfar en un gran equipo y se complica con el encontronazo entre dos bandas de delincuentes, exponentes, por edad y experiencia, de métodos diametralmente opuestos.

Nada en su inicio hace presagiar los giros argumentales que se van a ir sucediendo al estilo más descarado de Westlake por la facilidad en ir complicando una historia de apariencia simple, por el humor negro de la situación, por apostar por los débiles del estrato social y por hacernos tomar partido por los granujas que aunque se presenten como simpáticos no dejan de serlo.

Traoré, un guía de turismo maliense que visita a menudo una aldea dogón para que los turistas vean la danza de las máscaras observa en Slimane dotes de gran futbolista y éste, seducido por las posibilidades, decide probar fortuna en Europa.

Pág. interior de ¡A todo volumen, Bruno!
Las casualidades no existen o tal vez si, sea como fuere en Francia las cosas no le van a ir ni tan bien como soñaba ni tal mal como podría haber sido la vida de un negro sin papeles que además se mete de lleno sin quererlo ni beberlo en una disputa entre dos bandas que pugnan por el botín de un atraco.

Atraco que ya de por si resulta tan patoso como los que lo perpetran y que de algún modo divide la aventura en dos partes. El después no es el que hubiera debido de ser.

Una disputa que sube de tono y alcanza un final tragicómico de gran producción ya que entre los delincuentes los hay avispados y los hay avispones y pacientes y apresurados: es lo que tiene la convivencia generacional.

La trama se desenvuelve con soltura y propicia el enredo argumental introduciendo los elementos desencadenantes de cada giro en su momento justo, mérito de un guión virtuoso que resulta original e inteligentemente gracioso manteniendo el tono noir en todo momento con más que evidente crítica social.

Baru
guionista y dibujante
Baru dibuja con trazo fino para dar el máximo de espacio al color con el que puntúa las acciones para reforzar el mensaje, por ejemplo el particular tratamiento de los pilotos rojos de los vehículos en movimiento.

La paleta de colores es amplia en tonos y en gamas y la aplica en formato acuarela dejando fondos abiertos para asegurar el foco visual en los sujetos y sus acciones que son los que marcan el ritmo narrativo.

Hay viñetas y diálogos, no hay textos explicativos: la trama no los necesita. Y diálogos solo los justos y necesarios que hacen avanzar el guión y con contenido trascendente.

Un guión que contiene más que aparenta y que concluye con un final grotesco y moralizante. No dejen de leer esta maravilla publicada en 2011. La edición de Astiberri, como siempre, resulta de una calidad impecable.

domingo, 26 de febrero de 2017

Agatha Raisin y la jardinera plantada de M. C. Beaton

En primavera se plantan flores
pero siempre hay quien decide
opciones más drásticas.
En una novela convencional una jardinera plantaría plantas, arbustos  e incluso alguna hortaliza o verdura, pero en una novela con Agatha Raisin como protagonista no es extraño encontrar con que es la jardinera la que resulta plantada.

Y claro, si se planta una persona se obtiene un cadáver y el cuerpo no florece más bien se marchita.

Así son los argumentos de las novelas protagonizadas por Agatha Raisin: sarcásticos en su planteamiento y sembrados de fina ironía británica en cada diálogo y en cada nueva situación, divertida hasta el absurdo.

En Caserly, villorrio situado en los Cotswolds donde vive Agatha desde que abandonara su vida profesional en Londres, han decidido convocar un concurso de jardines y premiar al más esplendido.

Todos los participantes están algo nerviosos y ansiosos por ganar, algo que a Agatha se le antoja una necesidad, por razones amorosas que no vienen al caso, o si, y cuando Agatha quiere algo no hay línea roja que la detenga. Recuerden el trasiego con la quiche de la primera entrega e imagínense lo que puede barruntar.

El nivel de tensión entre los concursantes es alto, espoleados por Mary Fortune, una recién llegada al pueblo que tiene a todos hombres y mujeres comiendo en su mano, por razones distintas, y que parece conocer el punto débil de cada cual y que no duda en apretarlo para favorecer sus intereses.

A la gente no suele gustarles que se aireen sus inseguridades o sus aspectos vulnerables y alguien acorralado puede sentir la necesidad de atacar como medida defensiva.

M. C. Beaton autora de la serie
de novela policiaca con
Agatha Raisin como
protagonista
M. C. Beaton ha vuelto a implicar a su protagonista en un nuevo caso criminal.

Entre cortinas de ganchillo, floridos y olorosos arbustos y educados comentarios se desarrolla una investigación tan ligera como agradable.

La novela mantiene ese tono jocoso que sostiene quien se ríe de sí mismo y esa redacción sencilla, sin más pretensión que ofrecer una historia entretenida y divertida a partes iguales como los ingredientes de un buen plumcake casero hecho por la mismísima Mary Fortune.

Tómensela entre horas (entre lecturas más indigestas) saboreándola despacito para entender todas sus ironías y acompáñensela con té solo, con leche o con gotas.

Agatha Raisin y la jardinera plantada es la tercera novela de una serie que tiene suficientes títulos como para dar muchas satisfacciones.

Anteriores novelas de Agatha Raisin reseñadas en el blog:


domingo, 19 de febrero de 2017

Los renglones del destino de Rubén C. Morató

Los renglones del destino están escritos
de forma retorcida.
Si Dios escribe derecho con renglones torcidos es de desear que estos se refieran a otro ya que si lo que llamamos destino se tuerce es capaz de llevarse por delante a quien encuentre en su camino.

La novela Los renglones del destino es un thriller noir que pinta un retrato sociopolítico donde se encuentra de todo, como en botica, pero también como en ella aparece todo perfectamente ordenado y dosificado en su precisa medida.

Asesinatos, corrupción en altos mandos y altas esferas, especulación urbanística, robo y mercadeo de objetos de arte, sagrados secretos de confesión y confidenciales secretos de estado.

Todo empieza mucho antes con el caso rápidamente, demasiado rápidamente, aclarado del crimen del matrimonio Palacios, una anodina pareja encontrados muertos en su domicilio.

Muchos años después lo que parecía olvidado vuelve a ser noticia en el presente por una mano reveladora de detalles que, poderosos de la época, tuvieron a bien, según sus intereses, silenciar en su momento.

Caramelos de violeta, el pequeño
placer de Alicia Cepeda
En el ahora dos sucesos absolutamente inconexos como un robo y un accidente de tráfico tienden a converger en una misma investigación en la que Casimiro Santamaría, subinspector de la Brigada de Patrimonio Artístico, y Alicia Cepeda, inspectora de la Brigada Central de Investigación de los Delitos contra las Personas, trabajaran juntos por eso de los renglones del destino.

Los dos casos, en apariencia simples, tienden a su vez a ramificarse en variantes que implican a terceras personas y a centros de poder. Y es que a veces el aleteo de una mariposa puede ser el preludio de un tornado. Y así tramas y subtramas van desplegándose tratadas a ritmo de thriller y con buenas dosis de suspense.

Altos miembros del gobierno central y municipal, de la policía y de la iglesia, los poderes fácticos de toda sociedad, se entrecruzan con distintas intenciones en un argumento que aúna verdades fabuladas con fábulas verdaderas.

La trama presenta muchos hilos de los que hay que ir tirando con cuidado para no enredarse y que hay que intercalar para que el tapiz vaya cogiendo color, las formas vayan adquiriendo significado y la obra tenga sentido.

Rubén C. Morató
autor de thrillers
El autor Rubén C. Morató, que cuenta ya con experiencia en este tipo de thrillers cóctel noir, político e histórico (de hecho en esta novela hace un guiño a un personaje de su novela anterior El Arcano como si de otra investigación se tratara) es el tejedor al que hay que agradecerle esta obra que cumple con su finalidad de entretener yendo un paso más allá al docuficcionar un secreto que el Gobierno español de la época se empeñó en ocultar y cuya silenciada finalidad abre paso a cualquier especulación. Maná para un escritor de thrillers.

La prosa es distendida y fácil para que la lectura no se vea complicada ante la simultaneidad de acciones que en el mismo tiempo y en distinto lugar se van narrando, lo que da lugar a una novela entretenida, en ocasiones arrítmica pero sin penalizar la lectura y que viene a ratificar la buena salud del thriller español.

El final elegido, muy metido en contexto, es de los que confirman que los renglones del destino no solo son torcidos sino absolutamente retorcidos.