jueves, 18 de mayo de 2017

Harraga de Antonio Lozano

El culpable es, en realidad,
la víctima.
Desde la costa norte de Marruecos se ve la costa andaluza y durante la noche las trémulas luces que se aprecian, a ojos de muchos marroquíes, son estrellas que guían el camino.

España puerta de entrada a Europa, a la modernidad, a la democracia, a un trabajo digno y justamente remunerado, al consumo, a comida tres y cuatro veces al día, a estudios para los hijos, a sanidad: la constatación del cielo en la tierra.

Desde la costa sur de Andalucía se debería ver la costa mediterránea de Marruecos pero durante la noche todo es oscuridad, nada indica que haya algo, nada señala ningún camino.

Marruecos puerta de entrada a África, al primitivismo, al sentimiento tribal, al exotismo, al turismo colonizador, al bajo coste de producción, a riquezas por explotar: las mil y una noches low cost.

A Jalid, el hijo mayor de una humilde familia de Tánger, se le reflejan las luces del continente europeo en sus pupilas y lo que le cuenta su amigo Hamid, instalado en el capitalismo en Granada, le hace despreciar cualquier atisbo de duda y lanzarse a conseguir ser uno más de los privilegiados que abandonan arena y escorpiones para materializar sueños.

Pero nada es gratis y solo con el duro y mal pagado trabajo que puede obtener un emigrante es casi imposible subir peldaños en la escala de la calidad de vida salvo que se elija el atajo de comercializar ilícitamente con lo que haya demanda. Contrabando. Ya sea de drogas o de personas.

Jalid se ve envuelto en ese submundo y cuando descubra que incluso las luces tienen sombras será tarde pero no lo suficiente como para intentar compensar a quienes le ayudaron. La violencia desatada ya no podrá frenarse ni la caída al abismo.

Jalid es el protagonista de su situación y a la vez es un espectador de las de los demás. Jalid representa el sueño de numerosos magrebíes y africanos. La historia de Jalid es aplicable a otros miles, sino millones, de Jalids.

Harraga, en marroquí, significa los que queman. Se refiere al gesto de los inmigrantes ilegales al quemar su documentación justo antes de embarcar en una patera, para evitar su identificación y rápida repatriación si son detenidos.


Harraga es una verdadera novela negra; un relato tan duro como lo es también  la vida del que decide arriesgar la suya propia para mejorar, porque si no mejora su vida no es vida. Narrada en primera persona, conforma una especie de diario donde se descubre la bondad del personaje. Porqué Jalid, a pesar de su implicación criminal no es más que un joven ingenuo lleno de esperanza.

La esperanza de una vida mejor que busca, persigue y anhela un país donde la pobreza se casa con la miseria.

Antonio Lozano
Antonio Lozano sabe de lo que escribe, le toca de cerca y por eso la historia de Harraga es tan estremecedora y tan desesperada, porque puede ser real. A pesar de la dureza de la historia la prosa de Lozano no se recrea en el pesimismo ni en la maldad sino en la esperanza de que todo, algún día, cambie.

La narración tiene tal tratamiento documental que bien podría ser la biografía real de un ser anónimo a quien la ficción llama Jalid pero que puede tener cualquier otro nombre. Antonio Lozano no rechaza el cuerpo a cuerpo y entra a contar, comprendiendo pero rechazando, lo que muchos saben y otros sufren pero que nadie airea ya que quien más quien menos desea tener su oportunidad y la denuncia no tiene cabida.

La novela explica una situación que no nos es desconocida y cómo sin la connivencia de entes corruptos en los estamentos judiciales, políticos y policiales de ambos países nada de eso sería posible.

El culpable es, en realidad, la víctima.


domingo, 14 de mayo de 2017

Azul marino de Rosa Ribas y Sabine Hofmann

Marineros americanos liberando
las tensiones por pasar mucho tiempo
en alta mar.
Esta es la reseña de Azul marino, la última novela protagonizada por Ana Martí, ¡hay que joderse!

En 1959 los americanos fondeaban sus fragatas y portaviones de la Sexta Flota a tiro de lancha rápida de Barcelona. Y sus marineros tomaban esas lanchas, como quien toma el autobús, para desplazarse a tierra y dar rienda suelta a los instintos reprimidos en alta mar buscando los medios más idóneos, léase alcohol y sexo.

Parecían los amos del mundo, derrochaban dólares, contrabandeaban con tabaco y ofrecía chicle y medias a las jóvenes que se avenían a acompañarlos. Fácil pues que despertaran antipatías. Fácil pues que de las palabras a veces se pasara a las manos. Y a los cuchillos.

Anthony, uno de esos marineros de origen portorriqueño, ha sido asesinado en un bar de la Calle Conde del Asalto y aunque los americanos suelen lavar su ropa sucia en casa, o en el barco, en esta ocasión, por razones políticas, solicitan la colaboración de la policía española.

Ana Martí, la joven periodista que vive con su prima Beatriz y pluriemplea en El Caso y en Mujer Actual, accede a la petición del inspector Isidro Castro para que le haga de intérprete en las conversaciones e interrogatorios en inglés¡hay que joderse!, esperando que favor con favor se paga y de ello pueda sacar un buen artículo.

La investigación, en apariencia un trámite, presenta rápidamente aspectos no previstos que habrá que resolver con rapidez habida cuenta que la flota tiene previsto partir en unos días.

Las autoras aprovechan una coyuntura histórica muy particular para cuajar un argumento ficticio lleno de verdades y dar un repaso vivencial a la historia reciente de España en especial a sus carencias inducidas sobre derechos humanos en todo su más extenso significado. Quien no nace en noble cuna solo pasa hambruna.

Flirteo entre USA y España
En Azul marino, las autoras, eligen una época en la que el franquismo desea a estar a bien con América que es la única que le hace caso y le puede facilitar su reintegración al mundo y por eso conviene callar según que cosas, aún más de las que habitualmente se callan y se mandan callar.

Una época en la que la gente bien no solo se empeña en demostrar que lo es sino que con ello pretende justificar lo injustificable de sus actos que confunden la caridad con la explotación.

Y Rosa Ribas y Sabine Hofmann lo cuentan con esa calidad literaria, esa pulcritud lingüística, ese amor por el trabajo bien hecho que ha sido su sello distintivo a lo largo de las tres novelas con las que han ilustrado, enunciado y denunciado retazos de historia política, social y económica a partir de tramas de brillante novela negra.

La novela sirve para cerrar (ojalá no fuera así) una trilogía que empezara con Don de lenguas y siguiera con El gran frío y que tiene a Ana Martí como protagonista principal de cada una.

Ana Martí es mucho más que un personaje ficticio de novela negra; es ante todo el reflejo social de toda una época oscura y dramática. Por si misma representa la lucha por el reconocimiento de la mujer como persona y por sus vivencias familiares y relaciones profesionales representa la resistencia a la opresión, a las represalias políticas, la solidaridad con los repudiados, la defensa de la dignidad y la lucha contra la censura.

Rosa Ribas y Sabien Hofmann
Las autoras han creado un personaje que trasciende la ficción y que homenajea a tantas mujeres absolutamente ninguneadas en el mejor de los casos y maltratadas mental y físicamente hasta la muerte en el peor. Han erigido un icono inmortal.

Un lujo poder leer estas novelas. Un placer al que no ningún lector debería renunciar. Una trilogía literariamente impecable y por ello, imprescindible.

Léan aquí el primer capítulo de Azul Marino de Rosa Ribas y Sabine Hofmann.

Rosa Ribas también es la autora, entre otras, de la serie protagonizada por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, reseñada en este mismo blog:

lunes, 8 de mayo de 2017

Bajo la piel de Sergi Álvarez y Sagar Forniés

En una sociedad sucia y maloliente,
la gardenia no debería ser mortaja.
En alguna ciudad importante de los Estados Unidos, en los años cincuenta, Marie, la mujer del fiscal del distrito Furillo, ha sido asesinada, arrojada desde la ventana de un ático al puto suelo, en su vivienda ha quedado mucha sangre y una gardenia; en efecto, no es una víctima cualquiera y los detectives Witkin y Brown tienen el encargo de atrapar al autor de este descomunal estropicio.

Han de detener al asesino de la gardenia.

El fiscal Furillo sospecha que su súbita viudedad responde a una venganza del crimen organizado del que es perseguidor acérrimo. La investigación no es fácil, nada es fácil en la ciudad y hay que ir con cuidado donde se pisa ya que incluso algunas baldosas pueden pertenecer a alguna de las familias mafiosas que se disputan el territorio y pueden cobrar, según sus tarifas, derecho de paso.

En una sociedad corrupta, sucia y maloliente la gardenia no debería ser mortaja sino esperanza. Su olor no debería mezclarse con el hedor.

Bajo la piel más que un cómic se diría que es una novela gráfica y lo refuerza el que presente, entre las páginas llenas de viñetas, cortes novelados. Así cada separata de capítulo son páginas literarias cuyo aporte a la trama es complementario en aquellos aspectos mencionados solo de pasada en la parte gráfica.

Es un recurso nada habitual en este tipo de publicaciones y que proporciona al cómic un enriquecimiento narrativo, reforzado, además en este caso, por dar mayor importancia a los diálogos que a sus interlocutores.

Bajo la piel - Inicio del Acto I
El guión del cómic y los relatos de texto son obra de Sergi Álvarez quien parece transpirar noir de tan interiorizada que tiene la temática. El desarrollo de la trama tiene todos los elementos de la novela negra americana clásica, mucho dialogo y el ritmo narrativo acorde con los grandes films que han hecho popular el género al que exprime para sacarle toda su esencia. El final, de manual, es el colofón perfecto que se podía esperar.

El dibujo de Sagar Forniés es sucio como contagiado por la podredumbre de las apuestas ilegales y la corrupción; surge de viñetas oscuras, nada se muestra a plena luz, trazos gruesos reseguidos, manchones y fondos difusos solo insinuantes. Nada es descriptivo y si sugerente.

El cómic cuenta con un prólogo de Andreu Martín que con su habitual sinceridad deja clara su opinión sobre la calidad de la obra. La edición, de Astiberri.

viernes, 5 de mayo de 2017

La ciudad de la memoria de Santiago Álvarez

Una novela negra que se lee como
se vería una película de cine negro
En La ciudad de la memoria todo tiene su porqué.

Berta, Berta Valero, joven estudiante de periodismo, está buscando trabajo y aunque su vida ya lleva más de veinte años empezada no tiene la perspectiva suficiente como para comprender de entrada a otra que lleve más del doble. Por eso cuando conoce a Mejías tiene la sensación de que todo lo conocido es nada frente a lo que queda por conocer.

Nada más y nada menos que encontrar a Armando es el encargo que el detective Mejías tiene ahora mismo entre manos. Armando es un yaco poco afectivo con desconocidos.

La familia que lo ha perdido tiene otro trabajo para Mejías y éste, al que el dinero nunca le ha sobrado aunque tampoco le haya importado más allá que lo necesario para sobrevivir, acepta aun sabiendo que se está vendiendo al poder fáctico.

Se trata de averiguar la existencia de filtraciones de información confidencial sobre un ambicioso proyecto urbanístico.

Las filtraciones acabaran siendo vías de agua imposibles de taponar y que intentarlo supone excavar en el origen de una de las más grandes e influyentes fortunas de la sociedad valenciana. Pisar falsos suelos con cadáveres bajo las alfombras.

Toda fortuna tiene un pasado dudoso y la investigación se regocija en giros inesperados provocando situaciones jocosas y peligrosas a partes iguales que divierten y emocionan como lo hace cualquier película bien articulada.

Triumph Tr7
"Maquinaria inglesa de finales de los setenta,
dos mil centímetros cúbicos y ciento cinco caballos"
La novela es claramente deudora del mejor cine negro americano y le rinde homenaje prácticamente en cada uno de sus capítulos, verdaderas escenas rodadas con gran cariño y mayor profesionalidad. Es una película de cine negro que se lee en papel.

Santiago Álvarez ha creado a sus personajes como un padre amoroso; les reconoce su imperfección pero no les afea por ello.

Los dota de humanidad, sean buenos o malos, protagonistas principales o secundarios. Son fotogramas dibujados con letras y aunque la predilección vaya con Mejías y Berta no descuida detalle alguno para hacer creíble al resto del elenco.

La trama es un alarde de planificación lo que le permite ir a muy buen ritmo sin tropezar en ningún momento. La documentación histórica, precisa y justa, ha creado el escenario adecuado por el que se mueven ágilmente los protagonistas y los diálogos son acerados, ingeniosos y consecuentes. ¿Qué más se puede pedir?

Valencia Negra no sería sin Santiago Álvarez y La ciudad de la memoria y El jardín de cartón no serían sin Valencia. Léanlas y disfrútenlas.

¡Berta! Esto es para ti:


El jazz que escucha Mejías a partir de su colección de vinilos no tiene desperdicio alguno; procuren acompañar la lectura con alguna de las piezas que en ella se citan y doblarán la sensación de placer.

La reseña de la segunda novela de la serie se encuentra también en este blog con el título de El jardín de cartón


lunes, 1 de mayo de 2017

La mala hierba de Agustín Martínez

Una lectura que sigue doliendo
una vez finalizada.
La maldad habita en cualquiera pero suele escoger para anidar el huésped más adecuado a sus intereses. Aquel que le permita desplegar toda su gama de atrocidades y es que, una vez manifiesta, la maldad se viene arriba y su creatividad es ilimitada.

Cuando el mal echa raíces en alguien ya no se va. Es como La mala hierba, esa que surge salvaje haciéndose sitio de forma nociva entre el resto de plantas a pesar de su inocuo aspecto. La mala hierba es la que sobrevive cuando otras caen.

Jacobo, Irene y Miriam, hija adolescente del matrimonio, son víctimas de la crisis; deben abandonar su cómoda vida urbana y deshacerse de su casa y de su Mercedes y emprender, sin alternativa y sin dinero, una nueva etapa en un cortijo desvencijado que Irene heredó de sus padres, a medias con su hermano Antonio, en Portocarrero.

En Portocarrero: puerta del desierto de Almería; donde el calor y la calima no dejan refrescar las ideas y sus habitantes tienden a la cerrajón de mentes y a defender con uñas y dientes lo que tienen y lo que consiguen conservar pese los envites del clima mientras se llevan bien de puertas afuera; de puertas adentro es otro cantar.

Jacobo, Irene y Miriam viajan al pasado de Irene. De la ciudad al campo. De una vida con futuro y vistas a calles repletas de gente, vehículos, tiendas y edificios a una vida sin futuro y vistas a un paisaje resquebrajado, reseco, árido y vacío. Desierto de Almería.

Un tremendo choque vivencial que tiene sus repercusiones y del que nadie, ni lugareños ni forasteros sale indemne.

Una noche, en el cortijo, Irene es asesinada a tiros y Jacobo, malherido, sobrevive al ser dado por muerto. La violencia descarnada azuza la tranquilidad de la colmena y agrieta lo suficiente los caracteres como para que salgan al exterior sentimientos reprimidos y las abejas pican a quienes las molestan.

La lluvia en el desierto de Almería
crea surcos en la tierra
En Portocarrero llueve poco pero cuando lo hace se desea que pare. Las tormentas llegan de repente igual como se van pero mientras el cielo se vacía la lluvia golpea con la rabia de un boxeador golpeando el saco de entrenamiento.

El agua caída recorre el suelo y crea surcos en la tierra arenisca y yerma como la frustración, los celos y la humillación crean cicatrices en las personas. Surcos y cicatrices que nunca desaparecen, si acaso ahondan.

Agustín Martínez recoge una historia de sentimientos y la descarga como inclemente lluvia en Portocarrero porqué es el tipo de lugar donde la calma es solo apariencia.

La trama corre por esas cicatrices y las hace palpitar hasta que los sentimientos que las originaron toman las riendas del comportamiento desplazando la razón y la lógica. Cualquier cosa que guíe los actos suplantando el entendimiento conlleva al ser humano a cometer desbarajustes y algunos de daño irreparable.

Y Agustín Martínez sabe mostrar esas debilidades y darles voz propia. Ellas son las que hablan en la novela. Un inquietante thriller capaz de mantener el corazón en un puño durante toda la lectura.Lectura que sigue doliendo una vez terminada.

Ya en Monteperdido, su anterior novela (léan aquí la reseña) Agustín Martínez mostraba esa habilidad por crear climas humanos tóxicos que resulta abono inmejorable para desarrollar angustiosos thrillers de ambientación rural.